FIESTA DE DISFRACES
En una
ocasión decidimos que fuera una Fiesta de Disfraces.
Se lo
dijimos a los amiguitos del barrio.
Todos muy
contentos se dispusieron a disfrazarse. Sus padres comenzaron a confeccionarle
los trajes.
Ese día, 13
de septiembre, comenzaron a llegar los amigos de mi nieta a nuestra casa.
Todos
estaban radiantes de alegría.
Amanda se
disfrazó de hada. El traje era lindísimo, de color rosado, largo y la
varita mágica era plateada.
Giselle
llegó vestida de bailarina española.
Laurita de
brujita, incluso con una escoba.
Gabriela llegó vestida de bailarina, con un tutú blanco con lentejuelas.
Había
payasos, vaqueros, indios, árabes, era un desfile de diversos personajes.
El cake que
le confeccionó nuestra vecina Susi era precioso.
Tenía forma
de castillo. La panetela era suave de chocolate y vainilla ¡Que delicia!
Después que
mi nieta apagó las velitas y que todos comieron cake, bocadillos con una
riquísima pasta y tomaron refrescos, comenzó el baile.
Lanzaron
serpentinas y confetis. ¡Qué alboroto!
Entonces mi
nieta tomó en sus manos su varita mágica y la comenzó a girar y dijo:
¡Te
convierto en mariposa!
¡Oh que
maravilla!
Nuestra casa
se convirtió en un hermoso palacio.
Lámparas de
cristal de murano inundaban el enorme salón con su luz.
Aparecieron
hadas, duendes, enanitos y diversos animalitos:
Pavos reales
con sus plumas multicolores, tortugas vestidas con trajes de diversos colores,
cotorras verdes que chillaban y hasta nuestra tortuguita Carlotica estaba allí,
vestida con un bello traje azul cielo y con una sombrilla en la mano.
¡Que
belleza! ¡Que linda fiesta!
El
cumpleaños de mi nieta era una maravilla.
Amanda
volvió a coger su varita mágica, la movió y todo volvió a la normalidad.
Estábamos de
nuevo en nuestra casa de Marianao.
Los amigos
de mi nieta se fueron despidiendo con un gran beso y le dieron las gracias a
Amandita por el bello momento.
Hasta aquí
este cuentecito.
Espero que lo hayan disfrutado.
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