LA CASA DE CATALINA



Foto: My Reguera Studio.

La casa que Don Pedro Baró construyó para su esposa Catalina de Lasa es una maravillosa mansión, sita en Paseo entre 17 y 19 en el Vedado, Ciudad de La Habana, Cuba.
La casa es imponente por sus dimensiones, casi media manzana abarca la misma. Comenzó a construirse en 1919.
Don Pedro y Catalina fueron los protagonistas de un gran escándalo. Habían mantenido una relación y los dos estaban casados. Este hecho conmovió a toda la sociedad cubana de la época.
Cuando al fin se divorciaron, don Pedro comenzó la construcción del palacete para su adorada Catalina.
La arena empleada para el estuco de las paredes, Catalina la hizo traer del río Nilo, por eso es el color rosa viejo de los muros, porque esa arena es roja. Todavía en el sótano yo vi sacos que la contenían.
Las lámparas confeccionadas por el cristalero francés René Lalique, las hizo evocando la rosa Catalina de Lasa. Es una rosa de color amarillo.
Existen muchas estatuas, preciosas, una al pie de la escalera que lleva al segundo piso y la otra en la terraza del fondo, que es una copia de la Venus de Canova. Las dos son representan bellísimas mujeres.
Los dos jardines bellísimos, uno da para la calle 17 donde incluso hay un datilero y el otro da para la calle 19, precioso colmado de flores. El jardín de 17 fue diseñado por el famoso JCN Forestier, bellísimo, cuajado de flores que esparcían un perfume que penetraba en la casa. rosas, galán de noche, margaritas, azucenas, dalias, gladiolos, bailaban bajo el sol.
A la entrada dos leones custodian el nido de amor de esos dos personajes.
Cuando Catalina falleció en Paris trasladaron sus restos para la Habana y su esposo mandó a construir un Mausoleo en el Cementerio de Colón. Es imponente. Uno de los más bellos del camposanto. También René Lalique trabajó en él.
Yo trabajé en esa mansión durante muchos años y llevaba a menudo a mi hija conmigo.
La niña cuando deambulaba por los jardines y estancias se imaginaba historias increíbles, veía duendes en los jardines y personajes de cuentos de hadas. Me decía, ¡mamá no te lo vas a creer! pero vi a un duende verde en el jardín y me llamó por mi nombre, también vi a una ardillita vestida con un trajecito rosado y a un sinsonte que cantaba y tocaba una flauta. Soñaba aquella chiquilla y dejaba que su imaginación volara y volara.
Un día vio a una hermosa mujer vestida con un traje largo, blanco y colmado de lentejuelas. El pelo recogido en un artístico moño.
Esa mujer bajó las escaleras con paso majestuoso.
Le dijo, ven acompáñame que hoy voy a ser tu guía y la llevó por todas las estancias, mi niña accedió encantada.
Le enseñó el bello comedor amarillo y blanco con la mesa también de mármol y el saloncito contiguo al comedor que tiene un estanque donde nadan pececitos de colores. Fíjate, le dijo, el suelo y la fuente están confeccionados con pequeñas locitas verdes unidas con nácar.
La llevó a los otros salones de la mansión, a la biblioteca y al saloncito al fondo que es un porche bellísimo trabajado con su entramado de listones de madera convergiendo hacia el centro de la cúpula. Las plantas también en ese lugar están presente.
Subieron por la majestuosa escalera al segundo piso y le enseñó la habitación de su esposo y la suya propia ¡Ah y el baño! El baño de Catalina es una preciosidad con su vestidor y sus espejos.
Luego tomó de la mano a mi hija, bajaron por las escaleras y la mujer desapareció.
Mi hija cuando se encontró conmigo, me dijo:
¡Mami a que no sabes con quien estuve!
Yo le pregunté ¿con quién?
Y me respondió: con la misma Catalina.
Le dije, mi niña, sigues soñando despierta.
Bueno quien sabe, a lo mejor lo que me dijo era verdad. A lo mejor no fue producto de un bello sueño.
La imaginación tiene las alas muy amplias y ella te puede llevar a lugares y momentos insospechados.
En el año 1997 mi hija y su esposo se casaron en esa bellísima mansión. Mi esposo y yo adornamos el estanque y los salones con la flor de la mariposa, flor nacional de Cuba, que tiene un aroma exquisito. Fue un marco precioso para tan feliz acontecimiento. Fue el deseo de mi hija que ese momento quedara perpetuado en ese inolvidable lugar, donde tanto voló su imaginación cuando era sólo una niña.
Espero les haya gustado el cuento sobre la casona de Paseo.


Madrid, marzo del 2019

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