LA MATERNITZA ENCANTADA




En el año 1990 llegamos a Bulgaria por trabajo. Nuestra hija nos acompañó en el viaje a ese país balcánico.
Llegamos a Sofía, capital del país. Es una de las ciudades más viejas del continente europeo. La ciudad es muy bonita. Vivíamos en un apartamento en el piso quince, muy moderno y espacioso. La sala tenía unos ventanales muy grandes que daban al balcón y tenían unas vistas panorámicas de la montaña Vitosha. Desde su cumbre se ven fabulosas vistas de Sofía.
Comenzamos a conocer Sofía, la Plaza Banski, la Catedral Alejandro Nevski con  grandes  cúpulas doradas y verdes. Visitamos muchos lugares más de esa hermosa ciudad balcánica.
Visitamos Sozopol, está situada en el Mar Negro y fue fundada por los griegos en el año 611 a.n.e. Allí hubo un asentamiento tracio.
Otra hermosa ciudad que visitamos fue Neseber conocida como La Perla del Mar Negro. Situada en la provincia de Burgás. Los griegos la colonizaron.
Ese día la pasamos maravillosamente, la realidad es que estábamos conociendo rincones bellísimos del país balcánico.
Estando en Sozopol se le acercó a mi hija una bella muchacha de pelo rubio y ojos azules. Iba vestida de rojo y blanco.
Le dijo que se llamaba Maternitza y que nos iba a acompañar durante nuestro recorrido.
La muchacha efectivamente nos acompañó y al final del viaje cuando regresábamos a Sofía desapareció.
En otra ocasión un amigo búlgaro, que había estudiado en Cuba nos invitó a visitar Veliko Ternovo, ubicado en el centro de país, fue capital de los zares búlgaros. Hermosa ciudad.
Cerca de la ciudad visitamos un lugar muy bonito y allí probamos el yogurt de búfala,¡exquisito! 
El yogurt búlgaro es muy famoso en el mundo entero por sus propiedades, no todo se prepara con leche de búfala, también lo hacen con leche de vaca.
Allí visitamos a los padres de nuestro amigo, dos personas encantadoras, recuerdo su casa, preciosa y en el patio colgaban uvas, moradas y blancas.
La mamá de nuestro amigo nos brindó varios platos típicos, el tarator, sopa de yogurt con pepinos, ajos y nueces, riquísima. También nos ofreció Banitza, que es un pastel relleno con queso blanco de cabra, nos encantó y unas aceitunas negras que yo no comía desde que era pequeña, pues en casa de mi abuelo libanés siempre estaban presentes.
Cuando mi hija estaba admirando el patio cuajado de flores y manzanos volvió a aparecérsele la bella muchacha vestida de rojo y blanco, la saludó y desapareció.
Nuestra hija nos dijo, he visto a una muchacha vestida de rojo y blanco que dice que se llama Maternitza.
Los padres de nuestro amigo la oyeron y le dijeron:
- La Maternitza festeja la llegada de la primavera y ésta ya comenzó el 1ro de marzo, pero nosotros nunca la hemos visto, eres una privilegiada.
Regresamos a Sofía y decidimos visitar la montaña Vitocha, la veíamos desde nuestra casa, pero queríamos ver lo que atesoraba.
Nos impresionaron los manantiales y la vegetación ¡Que hermosura de lugar! Nos quedamos prendados de aquella montaña, orgullo de los habitantes de Sofía. Allí escondida detrás del tronco de un árbol, de nuevo mi hija vio a Maternitza, ya estaba muy intrigada­, ¿quién era aquel personaje?, pero la muchacha nuevamente desapareció.
Visitamos Plovdiv la ciudad más antigua de Bulgaria y la segunda ciudad más grande del país.
Visitamos las ruinas romanas que aparecen en cada rincón de la ciudad. Hay un teatro romano construido entre finales del Siglo I y principios del II.
Hermosa ciudad, nos encantó.
Allí nuevamente en el teatro romano, apareció Maternitza, saludó a nuestra hija y se fue.
Varna fue otra ciudad que visitamos. Es la tercera ciudad más poblada de Bulgaria. Conocida como capital marina, situada en la costa búlgara del Mar Negro, fue fundada a principios del siglo VI.
Hacía mucho tiempo que no veíamos el mar. Nos bañamos en el Mar Negro, estaba frío, aquel no era nuestro Mar Caribe, pero disfrutamos muchísimo, en particular nuestra hija a la que le encantaba nadar.
Allí en Varna probamos la musaka, que es un plato que lleva papas, huevos y carne de cerdo picada. ¡Riquísimo plato de la comida búlgara!
Maternitza no había vuelto a aparecer, ya mi hija la extrañaba.
Un día paseando por Sofía mi hija vio que de las ramas de los árboles colgaban una especie de muñequitas confeccionadas con lana roja y blanca. Le explicaron que el 1 de marzo ya era una tradición que, para saludar la llegada de la primavera, las colgaran en las ramas de los árboles y que las personas se las regalaran entre sí como símbolo de amistad. ¡Qué bonito!, dijo mi hija.
Entonces se le apareció la muchacha llamada Maternitza y le dijo que un día la habían colgado en la rama de un árbol. Que a ella le encantaba estar allí, pero que quería también pasear para conocer su país. Le pidió al Astro Rey que le concediera ese deseo y que éste la había convertido en aquella muchacha que recorría los lugares más hermosos del país balcánico.
Hasta aquí la historia de la Maternitza Encantada.
¿No me creen?, pues si van a Bulgaria en el mes de marzo pregúntenle a las maternitzas que se encuentren colgadas de las ramas de los árboles.

Madrid, marzo de 2019.















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