CUENTO EL DELFÍN DE LA PLAYA DE SANTA MARÍA DEL MAR



    Fotografía gratuita de Unsplash
 
Mi esposo, mi hija, sus hermanos y yo, íbamos con mucha frecuencia a la playa de Santa María del Mar en Ciudad de la Habana.
Nos encantaba esa playa. Cuando nació mi nieta también íbamos mucho porque a la niña le encanta el mar. Cuando va a Cudillero en Asturias se baña en el mar Cantábrico, a pesar de lo frío que es.
Santa maría del Mar es una playa preciosa, su arena es blanquita y el mar es azul y calientico.
A veces se pone algo bravito y las olas se ponen a bailar mucho y se pone algo peligroso.
Hay pececitos de colores y erizos de mar con los que hay que tener mucho cuidado porque si se te entierra una púa es muy difícil sacarla y duele cantidad.
Allí en esa playa hay muchos lugares donde comer cosas riquísimas.
Pizzas que a nosotros nos encantan y también comida típicamente cubana. Congrí, plátanos, chicharrones, carne ripiada, que en Cuba se le llama ropa vieja, también tamales, hechos con maíz. En fin, una cantidad de rica comida.
También venden refrescos, galleticas y helados.
En una ocasión fuimos como de costumbre a la playa.
Todos estábamos muy embullados y los niños por supuesto mucho más.
Estaban mi hija y mi nieta en el agua y de pronto ven un pez que se acerca.
Cuando lo observan bien, no era un pez. ¡Era un Delfín! 
Los delfines son mamíferos acuáticos de la familia de los cetáceos.
Miden aproximadamente 2.5 metros, su color es grisáceo, tienen un hocico prolongado en forma de pico y la boca grande provista de pequeños dientes.
Es un animal muy veloz, inteligente y muy fácil de domesticar.
Vive en mares cálidos y templados.
Muchas personas tienen en sus casas la imagen de dos delfines, simbolizan la armonía.
El delfín se acerca poco a poco a mi hija y a mi nieta.
Ellas se asustan un poco, pero como ven que aquel animal es inofensivo, se quedan muy quietas. Cuando llega a su lado oyen una voz muy dulce que les dice.
Hola amiguitas, ¿cómo están?
Un delfín parlante, piensan las dos.
Mi nieta le pregunta:
-¿Cómo es que hablas?, los delfines no lo hacen.
-Yo sí, le contesta el cetáceo, soy muy especial.
-Les voy a contar mi historia:
Yo vivía en la Playa de Santa María del Mar en Cádiz, allá en España.
¡En España! le dice mi hija. Eso es muy lejos.
Si, en España, allá era muy feliz. Los gaditanos se ponían muy felices cuando me veían en la playa. Esa es la verdad, pero un día quise correr una aventura y comencé a nadar y a nadar hasta que llegué a esta hermosa playa de aguas más cálidas.
¡Llegaste a nuestra isla!, le dijo mi nieta.
Si, dijo el delfín, llegué a esta isla verde donde la gente es muy cariñosa y amable.
En Cádiz también me sentía muy feliz, pero aquí soy muy dichoso y me siento muy contento por haberlas conocido. Después de decir esto desapareció.
Nos fuimos de regreso a casa. Mi hija y mi nieta nos contaron que habían encontrado un delfín gaditano. Nos asombramos muchísimo con la historia, pero las creímos, ellas nunca mentían.
Volvimos muchas veces más a la playa, pero más nunca volvimos a ver al delfín.
Quién sabe, a lo mejor volvió a su Cádiz natal.
En muchas ocasiones iba con nosotros a la playa mi hermano mayor.
La pasábamos muy bien en su compañía.
Llevaba una careta para bucear, a él le encanta ver el fondo marino. Y pescar también le apasiona. Va con mucha frecuencia a hacerlo. Yo lo he acompañado y me he divertido muchísimo.
Cuando mi nieta se ponía la careta de mi hermano podía ver con nitidez los pececitos de colores y las conchitas que descansan en el fondo.
Nos encantaba buscar conchas y caracoles, en casa tenemos muchísimos.
En una ocasión encontramos una esponja de mar muy bonita que mi hermano montó en una madera. 
Tenemos una sombrilla blanca y roja que es nuestra compañera de aventuras.
La pobre ya está muy viejita, pero nos protege del sol que en nuestro país es muy fuerte.
Esa sombrilla en una ocasión salió volando a través de la arena, tuvimos que correr mucho para alcanzarla, cuando lo logramos nos dijo.
-Por favor nunca más me dejen volar.
Mi hija me dijo, ¿oíste mami? la sombrilla me habló.
Yo la verdad que no oí nada, pero bueno seguramente fue así porque es una sombrilla muy inteligente.
Es nuestra sombrilla maravillosa. La compró mi esposo un día en que caía un tremendo aguacero. Se apareció en casa con ella.
Mi hija me dijo:
-Mira mami que sombrilla tan bonita trajo papi.
Si que era preciosa. Ya ha perdido sus colores, pero siempre estará con nosotros.






Comentarios

Entradas populares