LOS PUERCOESPINES DE BERLIN
Fotografía gratuita de Unsplash
En los años
ochenta llegamos a Berlín mi hija, mi esposo y yo.
La verdad que
esa ciudad nos impactó por su belleza.
Vivíamos en
el barrio de Pankow, en un pequeño apartamento que nos gustaba muchísimo.
Poco a poco
comenzamos a conocer la ciudad.
Visitamos la
conocida Isla de los Museos, situada en el río Spree, junto a la ciudad.
Allí está
ubicado el Museo Pérgamo. Este museo es muy famoso en el mundo porque alberga
obras de arte que tienen muchos siglos de antigüedad.
La
arquitectura de este edificio es muy interesante.
Pudimos ver
el Altar de Pérgamo. Allí daban gracias a los dioses.
Estuvimos en
el Museo Bode. Allí admiramos momias egipcias y otros objetos como vasos,
platos y varios instrumentos para elaborar alimentos. También vimos estatuas de la civilización griega. La visita fue muy interesante e instructiva.
Otro lugar
que visitábamos con mucha frecuencia era la Plaza Alexander Platz. Allí está
enclavada la Torre de Televisión.
En navidad en
la plaza montaban un mercado precioso y ponían un árbol navideño
altísimo.
Nos encantaba
ir a ese mercado. Comprábamos dulces típicos, salchichas y como había mucho frío
tomábamos vino caliente con canela, que nos encantaba.
En Berlín
había un complejo deportivo, Sport Centrum. El edificio era inmenso, allí se construyeron
varias piscinas una de ellas tenía olas. También existía una cafetería donde se
podían comer diversos platos típicos alemanes y se veía la pista de patinaje
sobre hielo.
Nosotros íbamos
con mucha frecuencia, la realidad es que se pasaban momentos encantadores. En
ocasiones fuimos acompañados de nuestros amigos.
En el
complejo había una pista de hielo donde iba mi hija con sus amiguitas a patinar
¡como disfrutaban!
A los
berlineses les encantaba ese lugar y a nosotros por supuesto también.
En otra
ocasión decidimos hacer un recorrido por los lagos de Berlín.
La zona que
rodea la ciudad tiene múltiples lagos, las aguas de los ríos Spree y Havel
forman esos lagos. Nos montamos en un barco y comenzamos el
recorrido.
Vimos diversos lugares que llamaron nuestra atención, en los lagos vivían gran cantidad de cisnes, blancos y negros. También pudimos apreciar otras aves de bellos colores y flores que esparcían su perfume, lilas, margaritas, rosas, entre otras.
En verano, alrededor de los lagos los
berlineses montan ferias donde se pueden degustar riquísimos platos de la
cocina alemana.
Vimos diversos lugares que llamaron nuestra atención, en los lagos vivían gran cantidad de cisnes, blancos y negros. También pudimos apreciar otras aves de bellos colores y flores que esparcían su perfume, lilas, margaritas, rosas, entre otras.
El barco tenía un restaurante muy agradable, las mesas estaban cubiertas con manteles de vivos colores. El servicio fue eficiente y el menú era extenso y rico.
Podíamos ver el paisaje porque el barco tenía grandes ventanales. También se podía subir a cubierta, allí había sillas y bancos muy cómodos. La verdad que estaba todo preparado para que los viajeros se sintieran muy bien durante el recorrido que era bastante largo.
Podíamos ver el paisaje porque el barco tenía grandes ventanales. También se podía subir a cubierta, allí había sillas y bancos muy cómodos. La verdad que estaba todo preparado para que los viajeros se sintieran muy bien durante el recorrido que era bastante largo.
Conocimos a
un matrimonio alemán que conversó con nosotros mucho. Eran dos jóvenes muy agradables.
Seguimos
viaje, el paisaje encantador. Se veían muchos árboles, pinos, abetos y también
pequeñas casitas de descanso. Los habitantes de Berlín vivían en la ciudad,
pero esas pequeñas finquitas eran lugar de ocio y trabajo para ellos porque
allí sembraban árboles frutales y hortalizas. Cuando recogían las frutas elaboraban conservas con ellas, así en invierno tenían reservas.
La verdad que
fue una magnífica idea hacer ese recorrido por los lagos. Estábamos disfrutando
cantidad.
Cuando
llegamos al lugar donde terminaba el recorrido aquella pareja de alemanes nos invitó
a su casa. Aceptamos encantados, era una
manera de conocer las costumbres del país.
Nos pusieron
platos exquisitos, entre ellos el chucrut que es col fermentada. También nos pusieron las famosas bratwurst que
son salchichas típicas alemanas.Vivían en un pequeño apartamento. Lo tenían decorado muy bonito.
Nos pidieron
que le habláramos de Cuba. Le contamos sobre nuestra isla, sus costumbres y su
gente. Nos dijeron que tratarían de visitarla.
Siguió
nuestra vida en Berlín. La verdad que la ciudad nos encantaba.
Mi hija un
día se encontró un pequeño puercoespín cerca de nuestra casa. Era un animalito
simpático y adorable, pero se veía que estaba triste.
Mi hija lo
acarició y el pequeño animalito para asombro de ella le dijo:
-Mi querida
amiguita estoy muy triste, debes haberte dado cuenta.
-Si querido puercoespín
y no sé qué te pasa. Yo te he tratado muy bien.
El animalito le
contestó.
-Es que he
dejado a mis hijitos en el bosque y los estoy extrañando.
-Entonces
eres un puercoespín hembra. ¿Y dónde están tus hijitos?
-Llévame al
bosque y te los enseñaré.
La niña cogió
al pequeño animalito y lo llevó al bosque. Caminaron y caminaron y por fin el puercoespín
le dijo.
- ¿Ves ese
pino?, acércate a él.
La niña se
acercó al pino y dejó al animalito al lado del tronco y vio que allí había una
especie de cueva.
Cuando el puercoespín
entró en la cueva comenzó a emitir unos sonidos e inmediatamente salieron dos pequeños
animalitos.
-Te presento
a mis queridos hijos, se llaman Erika y Carlos, y yo no me he presentado, mi
nombre es Elisa.
-Mucho gusto, le dijo mi hija a los puercoespines.
Estos les
contestaron:
-Encantados y
muchas gracias por devolvernos a nuestra mamá, la estábamos extrañando mucho.
-Me lo imagino,
pero aquí la tienen sana y salva.
La niña se
despidió de las adorables criaturas y regresó a su casa.
En muchas
ocasiones volvió a pasear por el bosque, pero nunca más se encontró con los
puercoespines de Berlín.
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