MI TERRUÑO
Marianao es
mi terruño querido.
Nací en
Marianao, soy marianense y a mucha honra.
Mi municipio
siempre me ha gustado mucho.
Antes era muy
extenso, pero con la nueva división político-administrativa Marianao parió dos
nuevos municipios Playa y La Lisa.
A mí me
encanta pasear por mi terruño, por sus calles llenas de encanto y que me recuerdan mucho a mi niñez y a mi juventud.
Una vez que
salí de mi casa sita en la calle 94 a hacer mi recorrido habitual, cuando iba
rumbo a la calle 100 se me posó una bella paloma blanca en mi hombro.
-Palomita
bella, le dije ¿qué haces posada en mi hombro?
-Estoy disfrutando
del paseo, me dijo, y la verdad es que voy muy cómoda y me canso menos que
cuando recorro Marianao volando.
- ¿Te cansas
mucho volando? le pregunté.
-Muchísimo me
dijo.
-Pues sigue
en mi hombro, no te preocupes, no me molestas ni me pesas nada.
-Gracias
amiga, me contestó.
Proseguí mi
trayecto, crucé frente al castillito y llegué al parque de los chivos y allí
para mi sorpresa un chivito blanco y negro se me acercó y me dijo.
-Oye amiga,
llevas una paloma en el hombro.
-Si lo sé,
estamos paseando ¿quieres venir con nosotras?
-Encantado,
me dijo el simpático chivito.
Decidí pasar
frente a la casa de mis abuelos en la calle Santa Catalina, hoy avenida 59 y
allí se nos incorporó un precioso burrito carmelita.
Seguimos
camina que te camina y llegamos a la plaza a donde van muchas personas a
comprar diversos productos.
Pues allí se
nos acercó un perrito carmelita que me dijo:
-Oye amiga,
llevas una paloma en tu hombro y un chivito blanco y negro te acompaña y
también un burro muy hermoso.
-Si, le dije
son mis amigos, estamos recorriendo nuestro querido Marianao.
- ¿Te puedo acompañar?
me preguntó el pequeño perrito.
-Claro
adelante, ya somos cinco.
Continuamos
nuestro paseo y llegamos al anfiteatro donde he visto muchos bonitos
espectáculos y recordé que cuando era pequeña allí existía un parque con una
bella glorieta, donde la banda municipal tocaba muy bien.
En el
anfiteatro se nos acercó una pequeña cotorra verde y roja y nos dijo.
-Qué bello
grupo, puedo incorporarme.
-Claro,
adelante cotorrita, ya somos seis.
El pintoresco
y variopinto grupo llegó a la calle 118 y allí nos encontramos con un bello
gallo que nos dijo.
-Soy el gallo
cantor de la calle 118 y veo que ustedes están disfrutando mucho de su paseo,
me voy a incorporar al grupo.
-Adelante
hermoso gallito, ya somos siete.
Ya a mis los
pies me dolían cantidad, pero estaba tan contenta con mis nuevas amistades que
seguí recorriendo mi amado terruño.
Camina que te
camina llegamos de nuevo a la calle 100 y bajamos hasta el Obelisco y allí nos
encontramos con la bichón habanero que ya yo conocía y que me dijo.
-Hola Angelita,
que bueno que te veo de nuevo y ahora no vienes sola, lo haces acompañada por
una paloma que está posada en tu hombro, por un simpático chivito blanco y negro,
por un perrito carmelita por un precioso burro, por una escandalosa cotorra
verde y roja y por el gallo cantor de la calle 118. Me alegro mucho de que
estés paseando por nuestro querido terruño.
-Si, le dije,
he disfrutado mucho de este paseo en particular de la compañía de mis nuevos
amigos. Ven acompáñanos también verás como disfrutarás.
Pero cuando
el bichón habanero se disponía a incorporarse al grupo me desperté.
Qué pena,
pensé, sólo era un sueño.
Un bonito
sueno con mi querido terruño, Marianao.
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