UN CUENTECITO SOBRE MIS AMIGAS IMAGINARIAS GLICHI Y CATA
Fotografía gratuita de Unsplash
Cuando era pequeña
y vivía con mi padre, mi madre y mis abuelos paternos en la calle Santa
Catalina en Marianao, conocí a dos muchachas encantadoras.
Glichi era
una bella muchacha de pelo negro y ojos pardos y Cata era rubia de ojos verdes.
Estas
muchachas me acompañaron durante toda mi infancia, yo las quería mucho y ellas
a mí.
Pero esas
adorables jóvenes estaban sólo en mi imaginación, nadie las veía excepto yo y
por supuesto el ciruelo del patio donde ellas pasaban casi todo el tiempo
subidas en sus ramas.
Glichi se
enamoró de un bello joven que vivía cerca de nuestra casa.
El joven
pasaba todos los días y le decía muchas cosas bellas a Glichi.
Ella estaba
encantada y se enamoró perdidamente. El joven era muy apuesto, alto, trigueño
de ojos negros y expresivos.
Un día Glichi
se me acercó sigilosamente y me dijo con una vocecita que era casi un susurro.
-He conocido
a un joven y quiero que tú lo conozcas
-Muy bien, le
dije, preséntamelo.
Al otro día
nos sentamos en el portal a esperar a que pasara el joven y cuando se acercó
Glichi le dijo.
-Ven que te
voy a presentar a una amiguita.
-Mucho gusto,
me dijo, me llamo Oscar ¿y tú bella niña?
-Yo me llamo
Angelita, mucho gusto.
-Pues verás
Angelita, estoy enamorado de Glichi y quiero casarme con ella, pero como yo sé
que esta bella joven es producto de tu imaginación quiero pedirte permiso a ti.
-Yo le dije,
bueno si tienes buenas intenciones pueden casarse.
Y así sucedió,
una tarde hermosa los tres nos dirigimos al traspatio de la casa y allí al lado
del ciruelo una mariposa de vivos colores los casó y fueron muy felices. Y se
fueron de la casa a un lugar muy lejano que se llama Ilusión.
¿Y qué pasó
con Cata?, pues ella tenía otras inquietudes. Quería viajar y conocer mundo. Y
así fue.
Un día se
montó en un bello unicornio color amarillo y voló a recónditos lugares.
Conoció
varios países y a personas muy interesantes.
Visitó España,
México, Portugal, Argentina, República Checa y muchos países más.
Un día
regresó cansada de tanto viajar y se quedó tranquilita allá en el traspatio, al
lado del ciruelo que se puso muy contento con su regreso.
A Glichi, más
nunca la volví a ver, debe de ser muy feliz al lado de Oscar en ese país lejano
llamado Ilusión.
Cada vez que
paso por la casa de Santa Catalina, actualmente avenida 59, me acuerdo mucho de
mis amiguitas, la verdad que hubiera querido volver a verlas, que de nuevo me acompañaran
a jugar en el cuartico que quedaba al final de la casa, que me ayudaran a
recoger las ciruelas maduras que dejaba caer nuestro querido árbol, pero me ha
sido imposible volver a encontrarme con mis queridas Glichi y Cata. Deben vivir
actualmente en ese lejano país llamado Ilusión.
Madrid, mayo de 2019
Madrid, mayo de 2019
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