LA PALOMA MENSAJERA



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A mí siempre me han gustado las palomas mensajeras.
Tengo un amigo que las criaba y las tenía muy bien entrenadas.
En el patio de su casa tenía el palomar, allí cabían unas veinte palomas.
Muchas personas acudían a él cuando querían mandar un mensaje de saludo, algún recado o hasta una carta de amor. Esta vía era mucho más segura que el correo. Bueno, dirán, existe Internet, pero no todo el mundo puede acceder a esa vía.
Las palomas de mi amigo recorrían cientos de kilómetros llevando su preciosa carga.
Un día estaba paseando por mi terruño querido, Marianao, y se me posó una paloma en la cabeza.
-Quítate, le dije, me molestas.
- ¿Por qué la molesto hermosa señora?
-Pues te tengo en mi cabeza. le dije, vaya sitio que escogiste para posarte.
-Es cierto, me dijo, y se posó en mi hombro.
-Te traigo un mensaje de muy lejos, he recorrido muchos kilómetros, vengo de España.
- ¿Viniste volando desde España? le pregunté.
-Si, desde Madrid, busca el mensaje que está en una de mis paticas.
Efectivamente en una patica traía el mensaje y era una carta de mi nieta.
La carta decía:
Querida abuela
Espero que estés bien y los demás familiares también.
Aquí en Madrid está haciendo mucho calor, me imagino que en Cuba también.
Casi todos los días voy a la piscina a hacer ejercicios y a refrescarme.
En ocasiones va conmigo una amiga muy querida.
Mis padres y mis yayos están bien.
A mi prima la veo muy poco. Eso me entristece porque la quiero mucho.
Ya terminé el Instituto y espero poder comenzar a estudiar en una escuela de cocina.
Quiero ser una gran repostera, Vamos a ver si lo logro con mucho esfuerzo y tesón.
Bueno abuela envíame una cartica por esta vía. Mi amiga la paloma mensajera se llama por cierto Finita, yo la aprecio mucho, es un ave muy valiosa y útil y por eso hay que cuidarla con mucho esmero.
Te extraño
Besos, tu nieta.
Me puse muy contenta con aquella carta.
Le escribí también y utilicé, por supuesto a Finita para que llevara mi mensaje.
Le amarré la carta en una patica y le dije, vuela hasta Madrid, y llévale a mi querida nieta esta misiva. Le di a mi bella mensajera un beso en su piquito.
La palomita se me acercó y también me dio un beso con su piquito.
-Adiós, señora, no se preocupe que la carta llegará a su destino.
-Adiós palomita bella, encantada de conocerte.
Pero antes de emprender vuelo me trajo de regalo un hermoso ramo de flores violetas.
Me dijo:
-Esto es para que no se olvide de mí y se alejó volando hacia Madrid, le esperaba un larguísimo viaje.
Llegué a mi casa y coloqué el ramo en un búcaro. La habitación se llenó de un riquísimo aroma.
Desde ese día me gustaron mucho más las palomas mensajeras.
Una de ellas me había traído un mensaje de mi querida nieta.
Por cierto, que a mi nieta siempre la he llamado "Palomita Mensajera". Por algo será.

Madrid, junio de 2019

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