MI AMIGO EL VIEJECITO DORADO



     Fotografía gratuita de Unsplash
 
El otoño es una de las cuatro estaciones del año.
En Cuba no se perciben los cambios que ocurren en la naturaleza durante esta estación.
Sin embargo, en España el otoño tiene dorado todo el paisaje.
Los árboles se tornan de un color dorado precioso.
Las hojas se caen de las ramas y van formando una alfombra dorada.
A mí me encanta el otoño y disfruto mucho pasear por los parques.
El Retiro, la Quinta de los Molinos, el Capricho, Torre Arias, son algunos de estos parques.
Un día que paseaba por la Quinta de los Molinos, un parque que me encanta, vi a un viejecito encantador cuyos cabellos y ropaje eran de color dorado intenso.
¿Quién era ese personaje?
El viejecito se me acercó y me preguntó:
-Señora ¿le gusta pasear por este parque?
Le contesté:
-Me encanta, es uno de mis parques preferidos.
- ¿Y usted quién es?
- ¿Pero no lo ha adivinado? yo soy el otoño.
- ¡El otoño! Pues mucho gusto, cuando usted aparece disfruto mucho de la naturaleza.
-Qué bueno que le guste esta estación, me dijo.
De pronto aparecieron dos hermosas jóvenes.
Una de ellas llevaba un vestido azul cielo y la otra un vestido rosado y sus cabellos estaban formados por hojas de los árboles.
¡Qué maravilla!
El viejecito encantador y las dos bellas jóvenes me invitaron a pasear con ellos y me llevaron a un lugar del parque que yo nunca había visitado.
Era un rincón encantador lleno de flores.
Había unos hongos gigantes y de colores brillantes y unas castañas del tamaño de un melón.
Comenzaron a aparecer personajes de cuentos, pequeños duendecillos, jicoteas con gorros de colorines, aves de todas las especies, palomas, codornices y por supuesto las cotorras verdes y chillonas amigas mías.
Yo estaba encantada, maravillada.
El viejecito dorado se me acercó y me dijo al oído:
-Espero que esté disfrutando.
-Por supuesto, estoy encantada y la verdad que nunca voy a olvidar este día.
Las cotorras verdes y chillonas amigas mías llegaron volando a mi lado y me dieron unas guirnaldas de flores que llevaban en sus piquitos.
Y así fue mi maravilloso encuentro con el otoño.
Desde ese día el Viejecito Dorado se hizo amigo mío.
-Adiós otoño, nunca te olvidaré.
-Adiós señora, le deseo que siga disfrutando de esta estación.
- ¡Hasta el año que viene estimado amigo mío!

Madrid, 6 de noviembre de 2019





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