MI QUERIDO TAI CHI


Hace muchos años descubrí al tai chi allá en mi Marianao natal.
Una amiga mía me comentó que en uno de los jardines de la Biblioteca “Enrique José Varona” hacían prácticas de tai chi.
Conocí que es un arte marcial chino, que es muy beneficioso para las personas de la tercera edad.
Y decidí comenzar a practicarlo.
No me arrepiento de haber tomado esa decisión.
Me ayudó mucho a superar momentos muy difíciles por los que estaba atravesando y me permitió conocer a personas muy queridas para mí.
Mis entrañables amigas taichitieras.
En ese Jardín hay un bello flamboyán, alto, hermoso, siempre cuajado de bellas flores.
Muy temprano por la mañana me sentaba bajo su sombra.
Disfrutaba mucho aquel momento en que me encontraba sola, esperando a que llegara el profe y las compañeras taichitieras.
Me encantaba ese lugar, para mí era mágico.
Estaba yo una bella mañana en aquel lugar que, para mí era de ensueño, cuando una voz me sacó de mis pensamientos.
Buenos días, amiga del tai chi
Miré hacía todos los lados, esperaba ver a una de mis compañeras, pero no, yo seguía sola en aquel lugar.
De nuevo oigo la voz que me saluda con mucho afecto y me percato que quien hablaba conmigo era mi querido flamboyán.
-Mi estimado árbol que bueno que hablas conmigo.
-Si querida amiga taichitiera, yo también estoy encantado de poder hablar por fin contigo. Hace tiempo que te veo sentada bajo mi sombra esperando que comience la clase y quería que supieras que te he cogido mucho aprecio. No me había decidido a dirigirme a ti porque temía asustarte.
- ¡Asustarme querido mío!
-Si asustarte, porque seguramente pensarías que era imposible que este viejo árbol pudiera hablar.
-Pues ya ves, estoy disfrutando y no estoy asustada, por el contrario, estoy encantada.
Comenzaron a llegar mis amigas y la conversación con el árbol finalizó.
A nadie le comenté aquello, no me iban a creer.
A la mañana siguiente muy temprano llegué a mi lugar encantado y para mi asombro me encontré con un hermoso ramo de flores de flamboyán.
-Gracias le dije a mi amigo, es precioso este regalo tuyo.
-Sabía que te iba a gustar amiga mía.
Así continuó mi entrañable amistad con aquel precioso árbol.
Ahora que estoy lejos de mi querida Isla recuerdo con mucho cariño a mi apreciado flamboyán.
Cada vez que regreso a mi amado caimán me acerco a él y siempre me dice:
-Te extrañaba mucho amigo taichitiera, que bueno que estás aquí de nuevo.
-Como olvidarte, como no acordarme que a tu sombra conocí a mi querido tai chi y a mis entrañables amigas.
La última vez que fui a verlo me presentó a un nuevo amigo, un colibrí que todos los días iba a visitarlo.
-Hola me dijo el pequeño pajarillo. Ya el flamboyán me había hablado de ti.
-Qué bello eres colibrí, le dije a la avecilla.
Un día vi a un chinito sentado debajo del árbol
Vestía un kimono de color azul celeste.
- ¿Quién era aquel personaje?
Comencé a pensar y me di cuenta que aquel era el tai chi que se había materializado.
Lo saludé con mucho cariño
-Vine a verte amiga querida, sé que me tienes mucho cariño.
-Si es así, te quiero mucho, por ti he conocido un buen ejercicio y a mis amigas taichitieras.
-Lo sé y me alegro muchísimo.
Esa es la historia de mi querido Tai chi, espero que les haya gustado.





Madrid, febrero de 2019.

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