LA TORMENTA Y LA CALMA
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Veo
que se acerca una tormenta, viene con una furia tremenda, negros
nubarrones oscurecen el cielo que estaba azul y despejado.
A mí
no me gustan las tormentas, pero me encanta cuando la lluvia lo moja todo y el
ambiente se impregna de un olor muy especial.
De pronto veo una cosa enorme y negra, primeramente,
creo que es un cometa, pero me fijo bien y me doy cuenta que es un pájaro
enorme, negro como la noche.
Se me
acerca y me dice:
-Soy
el Pájaro de la Tormenta
-Bienvenido
Pájaro de la Tormenta.
-Bueno
sé que no te gusto mucho.
-Es cierto,
pero no dejo de comprender que la lluvia es muy necesaria.
El
Pájaro se fue como vino, raudo y veloz.
De
repente veo a un ser brillante y hermoso, que se me acerca e inunda de luz y
calor todo el entorno.
¿Quien
será? me pregunto.
El
ser que se da cuenta que yo estoy muy intrigada con su presencia me dice.
-Después
de la tormenta siempre viene la calma y yo soy la Calma que inunda todo de luz
y calor.
-Que
bien, me alegro mucho que hayas llegado y que la tormenta se haya retirado.
-Si, es
cierto, cuando me vio se fue volando, pero créeme ella es muy necesaria, los
árboles, los seres humanos, las flores, los animalitos, en fin todo lo viviente
necesita del agua.
-Tienes
toda la razón, pero bueno tú me gustas más.
-Me
alegro amiga.
La Calma se hizo muy amiga mía y me contó que en un lugar muy lejano
vivía la Reina
de la Calma.
-¿La Reina de la
Calma?
-Si y
es una muchacha preciosa y muy buena.
-¿Quieres
conocerla?
-Si, le dije.
La Calma me cogió de la mano y llegamos a un lugar precioso con
muchas flores, mariposas, conejos, ardillas y pájaros multicolores.
Comenzamos
a caminar por un sendero que se internaba en un bosque y vi una casa muy linda.
Penetramos
en la hermosa casa y allí sentada en un bello sillón construido con madera de
roble y majagua, estaba la Reina
de la Calma.
Era
una muchacha preciosa que se me pareció mucho a mi nieta Amanda.
-Bienvenida
amiga, me dijo.
-Me
alegro de conocerte Reina de la Calma.
-Yo
también estoy encantada que hayas venido.
Pero
todo lo bello tiene un final y yo tenía que marcharme y se lo dije a la Calma y ésta me llevó de
regreso a mi hogar.
Ese
día recordé una cosa que todos sabemos, que después de la Tormenta viene la Calma.
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