EL PINO

 

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Yo voy casi todos los días a la piscina de mi barrio.
Allí leo y escribo.
Es un lugar muy agradable, hay muchos árboles, de diversas especies.
Hay entre ellos un pino enorme, precioso.
Me encanta ese árbol, es muy bonito.
Desde el lugar en que yo me siento lo veo muy bien.
Estaba un día como siempre sentada en mi bonita silla azul y oigo una voz muy ronca que me dice.
-Amiga ¿cómo estás?
Miré hacia todos lados, pero no vi a nadie.
Pensé que había sido el salvavidas, pero me di cuenta que él no estaba trabajando porque la temporada de la piscina había concluido.
Entonces ¿quién era?
Yo estaba sola, no había nadie a mi alrededor.
Volví de nuevo a oír la voz ronca que me saludaba.
-Soy yo, el pino.
- ¿El pino? Dije.
-Si el mismo que tu ves todos los días desde el lugar donde te sientas.
-Hay pino perdóname no me había dado cuenta de que eras tú.
-Todos los días te veo o leyendo o escribiendo, ya tenía deseos de conversar contigo.
- ¡Que bien! porque aquí estoy muy sola. Nadie más viene a leer o a escribir.
-Si, es cierto vienen muy pocas personas, no aprecian este lugar tan bonito.
-Oye por cierto ¿sabes que tengo varios hijos?
- ¡No me digas! pues yo tengo una hija y una nieta. Las dos preciosas.
-Quisiera conocerlas.
-Pues les diré que vengan a conocerte.
-Pues como te decía, tengo varios hijas e hijas. Te las voy a presentar.
Fueron apareciendo unos pinitos muy graciosos.
-Mira, esta es Lola mi hija mayor.
-Hola Lola ¿cómo estás?
-Muy bien, gracias.
Llegó otro pinito.
-Este es Pedro, él es artista, canta y baila.
-Demuéstrale Pedro a mi amiga lo bien que cantas y bailas.
El pinito comenzó a bailar y a cantar.
Yo estaba estupefacta.
Apareció otro Pino.
-Amiga esta es Amelia, es pintora.
- ¡Pintora que maravilla!
-Si pintora y de las buenas.
La pinita me mostró un cuadro, era yo sentada en mi silla azul.
Vino otro pino.
-Este es Gabriel.
-Gabriel es escritor como tú.
-Me encanta escribir, tengo varios cuentos.
¡Yo estaba encantada!
Pero ya tenía que marcharme, mi hija me esperaba para dar un paseo por Torre Arias.
-Me voy, que voy a la finca de Torre Arias con mi hija.
-A mi me encanta ese lugar, a veces visito a los árboles que hay allí. Tengo muy buenos amigos entre ellos, los dos cedros del Líbano.
- ¡Los dos cedros del Líbano! pues sabrás que son amigos míos.
-Lo sé.
-Bueno Pino y pinitos, amigos míos, me tengo que ir,
-Hasta mañana amiga mía, porque seguro que volverás.
-Hasta manana amigos, que tengan un buen día.

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