LOS DOS CEDROS DEL LIBANO
Fotografía gratuita de Unsplash. Ciudad de Hermel, Líbano.
En la finca de Torre Arias hay dos hermosos cedros, frondosos, espectaculares.
En el Líbano, país de donde era originario mi abuelo paterno Narciso, hay muchos árboles de esa especie e incluso la bandera de esa república ostenta un cedro.
Mi querido libanés, mi abuelito querido nunca olvidó su Líbano natal.
Lo oíamos hablar con su sobrino Assad y con otros amigos que lo visitaban.
Pues cada vez que vamos a Torre Arias y pasamos junto a esos cedros recuerdo a mi abuelo inolvidable.
En cierta ocasión cuando mi hija y yo pasamos junto a los hermosos árboles oímos voces que hablaban en árabe.
- ¿Fuiste tú mami la que habló?
- ¡Yo hija! si yo no hablo ese idioma ¡ojalá!
Entonces nos dimos cuenta que los que hablaban eran los cedros.
No entendíamos nada pero ya en perfecto español nos dijeron:
- ¡Bienvenidas amigas!
-Muchas gracias, contestamos.
-Sabemos querida señora que tu abuelo era libanés.
-Si, lo era.
Mi hija dijo, yo no lo conocí, pero mi madre habla mucho de él.
- ¿Saben? prosiguió diciendo mi hija, que la madera de ustedes es muy apreciada.
-Lo sabemos, dijeron los cedros.
-Nosotras en nuestra casa en Cuba tenemos muchos muebles confeccionadas con la madera que ustedes proveen.
-Las hemos visto pasar muchas veces por este bello lugar.
-Si, la verdad es que nos encanta Torre Arias, la disfrutamos, dijimos las dos.
De repente los cedros desaparecieron y en su lugar vimos a dos hombrecillos pequeños.
Los hombrecillos nos saludaron muy contentos.
- ¡Salam Aleikum! ¡Que la paz sea contigo!
¿Quiénes eran esos hombrecillos?
Vestían con trajes de colores brillantes y nos dimos cuenta que eran trajes árabes.
- ¡Pero si son libaneses! dijo mi hija.
Nos dimos cuenta que los cedros se habían materializado en aquellos diminutos personajes.
-Si, dijo el más joven, somos los cedros de esta finca.
El más viejo nos expresó:
-Queríamos conversar con ustedes amigas. Pero como ya hemos logrado nuestro propósito volvemos a nuestra condición original.
De nuevo aparecieron los dos hermosos cedros.
Cada vez que pasamos cerca de esos árboles nos parece ver a los hombrecillos, pero lamentablemente más nunca volvieron a aparecer.
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