EL PARQUE DE MARIANAO
Fotografía gratuita de Unsplash
Cuando era una jovencita había un lugar que me encantaba un lugar maravilloso lleno de encanto y magia.
Ese lugar era el parque de Marianao ubicado en la Calzada Real.
Mi papá, mi mamá, mis abuelos paternos Angelita y Narciso y mi hermano Albertico íbamos a ese parque con mucha frecuencia.
El parque era muy amplio, y tenía una pérgola preciosa con muchas flores y plantas.
En aquel parque se organizaban conciertos con frecuencia.
En ocasiones tocaba la Orquesta Sinfónica Nacional, quedábamos siempre embelesados por aquella música de compositores reconocidos.
También hacían gala de su arte cantantes líricos y populares provenientes de toda la Isla.
La Banda Municipal actuaba en ese emblemático lugar, a sus conciertos se le denominaban retretas.
Paseábamos por los alrededores del parque y allí nos encontrábamos con amigos y vecinos. Muchos vivían en la calle Santa Catalina donde vivimos durante un tiempo con mis abuelitos paternos.
Asimismo, los vecinos de la avenida 59 donde vivimos posteriormente frecuentaban el parque.
En ocasiones se reunían con nosotros durante nuestra visita al parque mis tías Lucrecia y Beatriz.
Y muchas veces llegó desde Bauta mi tía Silvia con su hija Silvita, mi prima.
Años más tarde en ese lugar donde estuvo ubicado el parque construyeron el Anfiteatro y ese lugar perdió en mi opinión todo su encanto.
En una ocasión en que paseábamos por el parque llegó a nuestro encuentro un pájaro enorme de color azul celeste.
Comenzó a revolotear a nuestro alrededor.
Confieso que estábamos un poco asustados, pero después nos dimos cuenta de que aquel pájaro no nos iba a hacer nada.
De pronto nos dijo:
- Bienvenidos al parque.
- ¿Quién eres? le preguntamos.
- Soy el Pájaro que cuida de este parque.
Echó a volar y vimos que se posó en lo alto de la pérgola.
¡Qué maravilla! estábamos asombrados.
Cada vez que visitábamos el hermoso parque llegaba a nuestro encuentro el Pájaro Azul y nos saludaba con mucha alegría.
En otra ocasión llegó a nuestro encuentro un diminuto perrito de color blanco que nos ladró y con sus ladridos nos dio la bienvenida al parque.
Aquel parque sin duda era mágico.
Ese parque tan bello es una de las vivencias más hermosas que tengo de mi juventud.
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