MIS AÑOS DE ESTUDIANTE

 

 


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Después que culminó la Alfabetización y regresé de Viñales donde había permanecido seis meses en el bohío de Juana y Pancho, comencé a estudiar en el Instituto de Idiomas "Máximo Gorki”, me iba a preparar como traductora e intérprete de idioma ruso.
El Instituto estaba situado en el actual Municipio capitalino Playa, anteriormente era el Municipio Marianao.
Al principio comenzamos a estudiar en las instalaciones de la antigua Universidad de Villanueva, pero no lejos de allí construyeron unas instalaciones muy bonitas y nos trasladamos a estudiar para esas aulas tan llenas de luz.
El entorno del Instituto era precioso, había muchos árboles y flores increíbles.
Rosas, claveles, gladiolos y otras especies de flores esparcían un aroma que nos embriagaba.
Cerca estaba el mar, que espectáculo tan bonito.
Todos los días me acercaba a la orilla de nuestro mar y me deleitaba con el olor a salitre.
Un día me pareció ver un pez muy grande que se acercaba.
Que pez tan extraño, pensé.
Cuando llegó a la orilla donde yo estaba vi que era una sirena de largos cabellos verdes
¡Una sirena! me dije, pero luego pensé, pero si no existen.
Después me di cuenta de que era la rama de una palmera y en mi fantasía me pareció ver a una sirena.
Tenía muchas amigas, pero la más entrañable era una muchacha muy bonita y alegre que se llamaba Miriam.
Vivíamos las dos junto con otras muchachas en una casa muy bonita.
Todos los días nos acostábamos muy tarde contándonos historias.
Nos encantaban las historias de fantasía.
Una noche en que conversábamos muy entretenidas se acercó a nuestro cuarto un viejecito ya encorvado por los años y que se ayudaba de un bastón para caminar.
Nos saludó muy alegre.
-Hola amiguitas ¿qué tal?
- ¿Quién eres? le preguntamos.
Me llamo Oscar y soy el viejecito que vela para que tengan sueños placenteros.
Muchas gracias le dijimos, la verdad es que dormimos muy bien.
De pronto el bastón se convirtió en una rama de flamboyán y nos dimos cuenta de que aquel personaje era uno de esos árboles de flamboyán que nos encantaban y que con sus bellas flores teñían de rojo los senderos que recorríamos todos los días.
Había un muchacho que estudiaba con nosotras al que le encantaba el teatro.
Tuvo la magnífica idea de crear un grupo de teatro al que me incorporé.
Montó la obra "Los Bajos Fondos" del genial escritor ruso "Máximo Gorki".
La obra se desarrolla en un ambiente de los bajos fondos de Moscú, de ahí el título de la obra.
Pues me dio el papel de uno de los personajes, el de Natacha.
Al principio creía que no lo iba a lograr, pero interpreté ese personaje muy bien.
El día de la presentación asistieron mi madre, mi tía Beatriz y mi hermano Narciso, que me aplaudieron con mucho entusiasmo.
En una ocasión en que paseaba como siempre por la orilla del mar se me acercó una muchacha de pelo negro y con voz cantarina me saludó.
Le pregunté que de dónde venía y me dijo:
- ¿No me reconoces? soy la Natacha que interpretaste.
Efectivamente el personaje de la obra "Los bajos Fondos" se había materializado.
No puedo olvidar cuando íbamos bañarnos en la playa.
Nos zambullíamos con mucho deleite en las aguas cristalinas y jugábamos en la fina arena. Miriam siempre me acompañaba.
Pasaron tres años y me gradué de traductora e intérprete de idioma ruso y comenzó mi etapa como trabajadora.
Pero nunca voy a olvidar mis años de estudiante.

Madrid, 20 de mayo de 2021


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