El ABUELO CEPILLO Y LA ABUELA INÉS
Fotografía gratuita de Unsplash
Mi esposo y yo teníamos dos buenos amigos, Inés y Jorge.
Inés y yo trabajábamos juntas e hicimos una buena amistad desde que nos conocimos.
Era una mujer muy bonita, tenía el pelo largo teñido de rojo.
Era muy afable y buena persona y muy alegre.
A su esposo Jorge lo conocí tiempo después.
El la iba a buscar todos los días en una moto que tenía un sidecar.
Vivían en Marianao como yo, relativamente cerca de mi casa.
Cuando los conocí, mi esposo estaba en el extranjero trabajando y yo tenía a mi hija Frisia muy pequeña.
Pues todos los días me llevaban a mi casa, gesto que yo agradecía mucho porque así llegaba temprano a mi casita y podía atender a mi hija que estaba al cuidado de mi madre.
Cuando mi esposo regresó del extranjero y los conoció enseguida surgió una bonita amistad entre ellos. Yo me alegré muchísimo.
Inés era una persona muy alegre.
Cuando llegaba a mi casa siempre estaba cantando un estribillo que decía así
- ¡Qué manera de sentirme bien caballero, que manera!
Mi esposo y yo nos reíamos mucho de aquella ocurrencia de nuestra amiga.
Mi hija Frisia los quería mucho y le puso a Jorge el sobrenombre de Abuelo Cepillo,
nuestro amigo tenía el pelo muy lacio y se lo cortaba muy bajito y el pelo se le paraba
y la verdad que parecía tener un cepillo en la cabeza y mi hija que era muy ingeniosa comenzó a llamarlo “Abuelo Cepillo” y lo decía con una gracia tremenda.
La verdad es que Frisia se encariñó muchísimo con nuestros amigos, cada vez que llegaban a la casa se ponía muy contenta.
En una ocasión Jorge viajó a la Unión Soviética y nos trajo de regalo una matrioska, una de esas muñequitas rusas que son tan simpáticas.
Aún conservo en mi casa esa muñequita que guardo con mucho amor.
Comenzamos a salir a diversos lugares.
En una ocasión mi esposo, mi hija y yo fuimos con Inés y Jorge a la playa de Santa María.
¡Cómo disfrutamos ese día!, especialmente Frisita.
El Abuelo Cepillo y mi hija se dedicaron a recoger caracoles y recuerdo que llenaron un pequeño cestico que tenía mi niña.
Íbamos a la Habana a pasear, nos encantaba la Habana Vieja.
En varias ocasiones fuimos a comer a diversos lugares de nuestra bella ciudad.
Decidimos un día ir a Tropicana, Jorge, Inés, mi esposo y yo, que bien la pasamos. Aún conservo una foto de ese día, foto que guardo con mucho cariño.
La amistad entre nosotros se fue profundizando con el paso del tiempo.
Frisita siempre estaba hablando de ellos dos y mi esposo y yo estábamos encantados con esa relación.
Mi hija los quería muchísimo, y por supuesto ellos a nuestra hija. Era un cariño recíproco.
Mi esposo, mi hija y yo viajamos al extranjero y pasamos varios años sin ver a nuestros amigos.
Ellos se habían mudado para Rancho Boyeros para un bonito apartamento.
Cuando regresamos del extranjero recuerdo que nos organizaron una fiestecita en su casa. Que bien la pasamos.
Inés bailaba muy bien y ese día se lució y por supuesto no dejaba de decir el estribillo
¡Qué manera de sentirme bien caballero! ¡Qué manera!
Cómo nos divertimos.
Decidimos visitar el Parque Lenin, que por cierto le encantaba a nuestra hija.
Recuerdo que montamos en diferentes aparatos y nos encantó la estrella que en realidad es un mirador. Desde allí se divisa todo el bello parque.
Ese día fue inolvidable para todos nosotros.
Lamentablemente mi esposo ya no está con nosotros, pero la amistad que lo unió al Abuelo Cepillo y a Inés fue muy grande y bonita.
Ni mi hija ni yo podemos olvidar a nuestros amigos.
El Abuelo Cepillo y la Abuela Inés siempre estarán en nuestros recuerdos y en nuestros corazones.
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